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José María Montoya |
Miguel Ángel Sánchez / 19·10·2017
Tiene a gala que el contacto con D. Ginés Carrillo y la
suerte de haber sido alumno del maestro D. Bartolomé Flores despertó en él el
amor por la música, el teatro y la poesía. Ha compuesto obras de teatro en
verso, escrito numerosos poemas y cantado y compuesto, sobre todo, guajiras, un
género cuya patria atribuye a su pueblo, Mojácar, y cuya historia ha recogido
en un libro que recopila más de mil décimas y quintillas, así como la semblanza
de sus principales autores y cantaores, mojaqueros de orígenes. El libro se
acompaña de un CD en el que algunas de sus sobrinas, su hermano Paco y él mismo
interpretan una buena muestra de ellas.
- Bonito libro José María, ¡y qué interesante!
- El libro es el fruto de más de 50 años de vida recopilando
guajiras de boca de sus autores y, también, escribiendo alguna que otra.
- ¿Qué cuenta en sus más de 400 páginas?
- Hablo de su origen mojaquero, de los autores y cantaores
que las interpretaban e incluyo las que he recogido desde mi infancia. Tratan
sobre las maldiciones, la brujería, los apodos y la curandería, también de
romances y anécdotas de mi niñez; todas reflejadas en guajiras y muchas
escritas por mí, además de una semblanza de los autores y los cantaores que las
repentizaban, trovadores mojaqueros.
- ¿Por qué ese interés por la guajira?
- Yo veía con tristeza cómo se iba perdiendo y caía en
desuso. No quiero que desaparezca. Recuerdo la emoción que sentía al escuchar
de niño a los mayores y labradores cantarlas en la era mientras trillaban. Unos
contestaban a otros desde sus huertos.
- Es cierto que muchas de nuestras tradiciones van
perdiendo su arraigo popular y desaparecen.
- Sí, por eso tenía una deuda conmigo mismo. Fue una promesa
que me hice y tenía que cumplirla. El libro y el disco son el mejor testimonio
para asegurar una tradición que, de esta forma, perdurará para siempre.
- ¿Entonces las guajiras en origen se improvisaban?
- Se improvisaban y los autores se retaban en los bares, en
las plazas y en las eras de Mojácar. Hablo de personas como el Canelo, el
Piliblanco, el Colorín o el maestro de todos, el tío Diego Sáez.
- Siendo un género tan mojaquero no ha existido relevo
generacional.
- No. En Mojácar, hoy las cantamos cuatro. Por eso,
precisamente, he publicado el libro, para que su memoria perdure y no se
pierda.
- ¿La guajira era exclusiva de Mojácar o estaba extendida
por la comarca?
- También había autores en Turre, pero no tanto como en
Mojácar. Yo mantengo que la guajira nació en Mojácar.
- ¿Su afirmación se basa en datos científicos o sólo en
el amor patrio?
- Los eruditos ya aseguran que surge en Andalucía, pero no
especifican dónde.
- ¿Tiene que ver con la que se canta en otros países de
Hispanoamérica?
- Es, junto a la milonga, la vidalita y la colombiana, uno
de los cuatro cantes de ida y vuelta, es decir, que nació aquí, cruzó el
Atlántico para luego volver enriquecida por las aportaciones de la música
tradicional iberoamericana. Tiene similitudes, por ejemplo, con el punto
cubano, pero mientras éste es más rápido y se interpreta para el baile, la
guajira es más pausada, lenta y sentida. Ambas utilizan la décima en sus
letras, una estrofa que data del siglo XVI y se atribuye a D. Vicente Espinel.
Los mojaqueros han expresado siempre todas sus emociones por medio de ellas.
- ¿Qué temas solían expresar sus paisanos mediante la
guajira?
- La emigración propició que hubiera abundantes alusiones a
Hispanoamérica, sobre todo a Cuba. Muchos no volvieron, pero mandaban décimas
como ésta:
“Yo tenía un gran amor
que está en la tumba y me llama.
Era una linda cubana
el bien de mi corazón.
Vivo loco y con razón,
porque perdí su hermosura.
Bajaré a la sepultura
y lucharé con la muerte,
pues que es mi sino el quererte
y lloro con amargura”.
Una décima como ésta, cantada llega hasta lo más profundo
del alma. Otras, en cambio, hacían referencia a la guerra:
“Martínez Campos creía
que Cuba era de España
y se marchó a la montaña
con piezas de artillería,
y Maceo le decía:
-‘Vete pronto de La Habana,
que con mi tropa cubana
hago a Cuba independiente,
y si es que me falta gente,
compro tropa americana’”.
A mí me impresionaba durante mi infancia pasar por cualquier
calle de Mojácar y escuchar a las madres cantando guajiras como éstas a sus
hijos mientras mecían la cuna.
- ¿De dónde le viene el nombre a la guajira?
- El guajiro es el campesino cubano. Ellos presumen que ese
cante es suyo, pero yo defiendo donde sea que es de aquí. Si hace falta,
también en Cuba.
- ¿En qué se diferencian las de aquí de las de allí?
- La de aquí se canta a capella, sin acompañamiento musical.
Jorge Ackerman, el cubano que sus compatriotas dicen que la inventó, es 17 años
menor que el tío Diego Sáez, que nació en 1860.
- Llama la atención que eran todos poetas sin estudios.
- Venían de la Universidad de la vida. El Canelo, con 6
años, tiraba de las maromas para ayudar a atracar a las barcas y con 12
trabajaba en las minas de Las Herrerías a 300 metros bajo tierra. De allí tuvo
que salir para África, porque, harto de los latigazos que un capataz de las
minas propinaba a los niños, se hizo con una pistola, le pegó un tiro y,
corriendo, se dio a la fuga. Ese episodio es el origen de la expresión ‘salió
como el Canelo’. Estuvo a punto de matarlo. Era todo un personaje. Los dos
discursos que se hicieron en Argentina con motivo de la llegada de Ramón Franco
con el Plus Ultra tras atravesar por primera vez el Atlántico, los hizo él. Al
mismo tiempo, era un hombre de lo más sencillo, sin estudios. En el libro he
recopilado unas ochocientas décimas suyas. Su mujer, Beatriz, murió, y el
Canelo, en el cementerio, durante el sepelio, repentizó esta guajira:
“Beatriz, se aproxima el día
de irme adonde estás tú,
y el resplandor de tu luz
se juntará con la mía
porque llevo en compañía
al ángel que nos unió,
y anoche me prometió
que en mi último suspiro
él me llevaría contigo
para estar juntos los dos”.
Era alguien increíble. Ya no podía andar y le improvisó esa
maravilla a su mujer aún de cuerpo presente.
- Unas palabras así seducen a cualquier persona.
- Eso enamora a cualquiera. Pero hay que ver los versos que
le compuso a la novia. Imposible de imaginar.
- ¿El Canelo es la primera referencia documentada de la
guajira en Mojácar?
- No. El primero fue el tío Diego Sáez, que llegó a ser
nombrado Juglar del castillo por el Ayuntamiento de Mojácar. Una décima que le
hizo a su hijo no se podría decir hoy, pero no podemos sacarla del contexto
temporal en que la ideó:
“Hijo, ¿por qué te apresuras?
Deja ese maldito vicio.
Vas a perder el juicio
haciendo tales locuras.
A una mujer se asegura
tratándola con desprecio.
¡No seas loco ni seas necio
y deja ya esos quereres!
Lo que sobran son mujeres.
El hombre no tiene precio”.
Esta décima hay que entenderla en su momento. El tío Diego
Sáez tenía cada décima...
“Igual que una capital,
a Mojácar la tenemos,
pero muy pronto veremos
un resultado fatal.
Ya gusta por aquí el ‘valsar’,
llevar escote y batilla.
Salen las mozas en pandilla
sin ser fiesta de paseo
y a sus padres yo les veo
rompiéndose las costillas”.
Era un monstruo trovando. Llegaba a la Plaza Nueva y se
juntaban cuatro troveros del barrio de los pescadores y del arrabal, que tenían
una gran rivalidad entre ellos. La Iglesia era la frontera entre los dos
barrios. Se batían en duelos cruzándose guajiras.
- ¿Se ha planteado adiestrar en la repentización y en la
guajira a las nuevas generaciones?
- Ya he intentado poner en marcha un coro para interpretar
guajiras y me presto para ir, encantado, a enseñarlas en los colegios. No es
fácil la improvisación en décimas, como se hace en la guajira. En otros
lugares, como en La Unión, lo que hacen son quintillas. Ya es difícil y tiene
su mérito, pero hacerlo con diez versos es mucho más que el doble de
complicado.
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